domingo, 10 de octubre de 2010

FILOSOFANDO EL CAMBIO

FILOSOFANDO EL CAMBIO

Autor: Fernando Gálvez

Aproximadamente cinco siglos antes de Cristo, se presentaban en las arenas del debate filosófico dos filósofos y dos paradigmas para interpretar la realidad: Parmenides de Elea con su máxima “el ser es, el no ser no es” y Heráclito de Éfeso con su máxima “panta rei” o “todo cambia”.

Estas dos posiciones han estado siempre presentes en todo el devenir de la humanidad. Los que creen que las cosas son o no son y aquellos que creen que en realidad todo está en un continuo cambio.

En el análisis que hemos efectuado sobre el Plan Estratégico Institucional se situaba desde tres visiones: conservadora (al estilo del filósofo Parménides); reformista y transformadora (al estilo del filósofo Heráclito).

Desde una óptica gnoseológica deberemos coincidir que un sesgo a nuestro trabajo viene dado por el hecho de “estar en el bosque” y no poder tomar la suficiente distancia (en algunos casos) para poder tener una visión más clara de conjunto a partir de ver la realidad “fuera del bosque”, es decir, más allá de la Universidad. Sin embargo es loable que muchos de ustedes han colocado, como decimos, el dedo en la llaga y lo han hecho con valentía y sinceridad.

Todos tenemos una percepción diferente del cambio. En este contexto permítanme compartir con ustedes mi percepción del cambio que vive nuestro país.

La nueva Constitución Política del Estado trae aparejada una serie de cambios en las leyes que a todos nos tiene desconcertados por el revuelo social que suscitan.

El nuevo Estado Plurinacional Comunitario está en construcción sobre las ruinas del viejo Estado Republicano. Esta construcción aún no está muy clara por las diferentes corrientes ideológicas que levantan una espesa bruma y nos impiden ver con claridad lo que es el nuevo Estado Plurinacional Comunitario.

Se nos habla de una nueva Gestión Pública en el contexto de la “descolonización del Estado desde el Estado”. Aunque es evidente que la nueva gestión pública será nueva porque ahora todos los “funcionarios públicos” se transformarán en “verdaderos servidores públicos”. Es obvio que esto tiene que ver con profundos cambios cualitativos de las personas, con una verdadera “convetio more”, una “conversión de costumbres”. Este cambio, sin duda, se espera que transforme las estructuras organizacionales en los nuevos escenarios de la “transparencia”, la “descolonización”, la “interculturalidad”, el “plurilinguismo” y la lucha contra la corrupción. Básicamente todo nuestro actuar como funcionarios públicos parte de tres principios: ama sua (no robar), ama llulla (no mentir) y ama quella (no ser flojo) para poder alcanzar el Sumaj Qamaña (el vivir bien).

La dialéctica política parece conducirnos al escenario de la vivencia de ser “funcionarios públicos” en “instituciones públicas” en el fondo diferentes de los “funcionarios públicos del gobierno central” y de las “instituciones públicas del gobierno central”. Esta dicotomía es posible por el principio de la autonomía por el cual nuestra universidad es independiente de las ideologías de los gobiernos de turno.

Creo que no sería malo ser “diferentes” siempre y cuando seamos cualitativamente mejores que los otros funcionarios e instituciones del nivel central de gobierno. Lo cierto es que nuestra casa superior de estudios, desde hace mucho tiempo, está atravesando una crisis institucional severa. La Tesis del MSc Humberto Rosso Morales nos presenta esta realidad en el contexto de una profunda autoevaluación crítica. Podemos estar o no de acuerdo con estas críticas, pero en lo que sí debemos estar de acuerdo es en la necesidad de lograr cambios y transformaciones de fondo y de forma.

Espero que el análisis hasta ahora efectuado por todos ustedes fortalezca estrategias globales y sectoriales que enaltezcan nuestra casa superior de estudios y la pongan a tono con todos los procesos de cambio tanto políticos como sociales.

Es evidente que la luz del conocimiento en ningún momento nos llevará a tranzar con el engaño y con la mentira, eso sería contrariar la misión fundamental que tiene una Universidad en el contexto social.

Siendo autocríticos no podemos negar lo lento e ineficiente de la mayor parte de nuestro aparato burocrático, producto de una cultura organizacional en muchos casos cosificada en procesos ya caducos. Tampoco podemos negar la existencia de grupos de poder y pugnas internas de carácter político e ideológico que le hacen, en la mayor parte de los casos, un flaco favor a la democracia universitaria. Platón, filósofo del siglo V a.d.c. decía que la mejor forma de gobierno no era la democracia, sino la aristocracia donde “aristos” significa “los mejores”, es decir, el gobierno de los hombres con mayores méritos. Quizás deberíamos tener una aristo democracia. También es evidente que muchas de nuestras autoridades hacen grandes esfuerzos por cambiar la pesada burocracia y por alcanzar objetivos académicos de excelencia.

Valga este nuestro módulo, para alinearnos por el mejoramiento total con lucidez académica e institucional. Las críticas no cambian por sí mismas a las instituciones, lo que produce el verdadero cambio es la transformación de las personas. Al final y ante la impotencia de no poder cambiar todo de una vez, debemos confiar en el “efecto mariposa”: “un pequeño cambio en algún lugar de nuestra Universidad dará inicio al cambio total”.


Para todos un abrazo cordial: Fernando

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